Fue exactamente en el año 2012 cuando Aldo y Diego coincidieron en una reunión familiar ya que por trabajo vivían en ciudades distintas. Diego en San Francisco (Eeeu) y Aldo en Trujillo. Desde niños siempre tuvieron la visión y motivación de sus padres para nunca depender de nadie. Claro, absorber los conocimientos siempre como esponja y emprender cuando sea el momento.

Diego regresó de San francisco un día antes del cumpleaños número 25 de Aldo. Super emocionado por todo lo aprendido como chef profesional en restaurantes de las ligas mayores (varios de ellos con estrellas Michelín) quien le regaló como presente una máquina de helados semi automática con capacidad de 1 litro que estrenaron ese mismo día con un helado de vainilla tan rico que, les lleno tanto de ilusión, y fue factor determinante para tomar la decisión que hacer helado será lo que les hará feliz por el resto de sus vidas. A finales del 2014, luego de 1 año vendiendo por delivery algunos sabores y haciéndose de una pequeña cartera de clientes, estuvieron caminando por la avenida Fátima en su natal Trujillo, donde un pequeño local vació que ocupaba un puestito de frutas, colgaba un cartel blanco escrito con plumón “se alquila”. Con un local en pésimas condiciones, de apenas 25 mts2 y dispuestos a endeudarse hasta las últimas consecuencias fue como nació esta dulce historia.